martes, octubre 28, 2008

"Una lectura, una experiencia"

(Publicado en Ciento Cincuenta Monos)

Por Carolina Berduque

Esta es la historia de una lectura y de una experiencia. De una vivencia de lectura. Entiéndase: no es una reseña. Sólo apuntes de unas cuantas horas vividas con un libro. Como reza el título, se trató en aquel enero de este año de Los estantes vacíos, de Ignacio Molina.Quizás deba aclarar que conocí a Ignacio en la cresta de la ola de los blogs, hace unos cuantos años y que ya en aquella oportunidad leí unos cuantos de sus relatos.

Quizás también deba añadir que me gustaron. Y mucho. Percibí, en aquel momento, agradables resabios de Carver, de Salinger: historias –aparentemente– simples, bien contadas, con las dosis justas de información, sin derroche de recursos. Por eso cuando comencé a leer Los estantes vacíos sabía que iba a disfrutar del libro. Lo que no sabía era que lo iba a vivir. Me explico.

(La reseña completa, clickeando acá)

jueves, octubre 09, 2008

"Hologramas"

Reseña de Valeria Tentoni, publicada el suplemento Nexo del diario Atico de Bahía Blanca el 21 de septiembre de 2008.

Ignacio Molina, bahiense de 1976, nos trae en esta, su primera publicación, un compendio de quince cuentos que convergen en una unidad de estilo y prosa notable, en clave realista. Cada relato está atravesado por historias comunes, cotidianas, habitadas por personajes rotulados con nombres propios pero que bien podrían no tener nombre, o tener todos el mismo; porque en Molina, lo relevante no es ni el detalle que implica un nombre, ni el peso de los seres que, cual hologramas, aparecen y desaparecen en el espacio de la hoja con el único fin de enaltecer lo verdaderamente imperioso; contar una historia. Los hechos revelan silencios inquietantes, la pluma está puesta en lo no dicho, en lo subterráneo de los vínculos. El vacío ordenado, justamente, porque la nada también es ser y explica cosas, imprime sentidos. “…Los movimientos se confundieron, y pensar en algo y hacerlo fue una misma cosa…”. Un complejo entramado de existencias urbanas, plagado de gestos y de muecas que gritan palabras al viento.